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martes, 25 de marzo de 2014

"Hay una enorme falta de diálogo entre el gobierno y la sociedad"

El ex ministro de Defensa y Economía, durante la presidencia de Fernando de la Rúa, Ricardo López Murphy, calificó de "complicado" el panorama nacional por una "enorme falta de diálogo" entre el gobierno y la sociedad.

El ex ministro de Defensa y Economía, durante la presidencia de Fernando de la Rúa, Ricardo López Murphy, calificó de "complicado" el panorama nacional por una "enorme falta de diálogo" entre el gobierno y la sociedad y sostuvo que es "sumamente imprescindible para construir soluciones, planificar el futuro y llegar de manera ordenada y positiva a 2015".
Lo expresó durante un reportaje que concedió a LaCapital, en su gabinete de trabajo en su consultora económica de empresas, inversores internacionales e instituciones financieras de nuestro país y Latinoamérica, y opinó que la "sensatez y transparencia" son las dos cualidades fundamentales para salir del momento económico que se aguzó tras la última devaluación".
Confió que uno de los temas más complicados es "una concentración de demandas de la vulneración que perciben los ciudadanos de su inseguridad y veo muy asociada la gran cantidad de policías muertos, en distintos puntos del país y una percepción de mucho riesgo y cada vez mayor, porque está ligada a un grave problema que se debe abordar con seriedad y rapidez que es el narcotráfico".
Además, López Murphy se mostró partidario de "un programa fiscal que debería apuntar a recomponer el superávit primario sin maquillaje y con metas trimestrales, realistas, nominales y fácilmente verificables, lo que implica aprobar un nuevo presupuesto y derogar superpoderes y facultades de emergencia para evitar nuevas manipulaciones. El presupuesto debe ser el marco normativo e inviolable y actuar de ancla del programa financiero".
—¿Cómo observa el panorama nacional?
—Complicado, con muchos problemas y una enorme falta de diálogo entre el gobierno y la sociedad, sumamente imprescindibles para construir soluciones, planificar el futuro y llegar de manera ordenada y positiva a 2015 que debe ser la meta para todos, tanto para el gobierno como para la oposición y el primer paso es admitir el descalabro fiscal y tomar las medidas correspondientes para revertir y aplicar las correcciones que no serán fáciles.
—¿La clave del ajuste que habla el gobierno también debe llegar a la administración pública?
—En los últimos años hubo un crecimiento espectacular de número de empleados y de gastos y sin dudas es más razonable corregir esos excesos que han crecido de forma inexplicable desde 2006, que pegarle un saque a los jubilados con un recorte entre un 6 y un 7 por ciento en términos reales. Si la inflación es un poquito más alta del ajuste que se le dará eso es socialmente muchos más nocivo que hacer una actitud más austera en el resto del gasto público. La revisión del gasto público deberá recorrer los tres niveles de gobierno.
—¿Cómo observa el desarrollo del proceso económico en los próximos meses?
—Para los economistas hay un número que logró consenso en la inflación en torno a un 40 por ciento anual, si tenemos en cuenta que en el primer bimestre arrastró un 10 por ciento. Ese dato es plausible con otras variables que se conjugan, como el gasto público que esta creciendo alrededor del 30 por ciento y en igual porcentaje los salarios.
—¿Cuál es su propuesta para combatir la inflación?
—Un programa anti inflacionario requiere primero despejar las incógnitas y generar credibilidad y con estas dos circunstancias el costo de reducir la inflación es relativamente bajo. Hasta hoy el gobierno no enfrentó este tema, porque creo que está más preocupado por la pérdida de reservas. Un programa anti inflacionario requiere de una gran cooperación internacional y va a necesitar que esa incógnita que hay en materia de reserva sea subsanada y sin eso vamos a estar con una incertidumbre muy grande y muy difícil llevar adelante. Un punto más de inflación arrastra miles a la pobreza y o se ve una estrategia decidida a terminar con el alza de precios, en un año que amenaza ser recesivo, con nuevos empleos congelados y con suspensiones de personal en plantas fabriles.
—Se observa una especie de rebeldía por parte de los dirigentes gremiales en medio de las paritarias.
—El clima que preceden estas reuniones no es el más propicio. Usted pide a los dirigentes sindicales que acepten un salario menor a un 30 por ciento con una inflación superior al 35 por ciento y es muy difícil esa circunstancia llevarla adelante. Además, hay una falta de acatamiento gremial a las conciliaciones obligatorias, que comenzó a hacerse recurrente. Será un año tensionado en el área laboral.
—¿El ingreso de los agro dólares de la soja, aumentos salariales por paritarias y la suba de la recaudación fiscal puede producir algún repunte en los próximos meses?
—Si no estamos en un lío más grande es por la suba de la soja y una buena cosecha dio un poco de aire y la tranquilidad cambiaria nos dio un espacio y un margen de maniobra de unos meses. Después de los episodios vividos en enero pasado todos están revaluando sus planes operativos y en ese marco hay muchas incógnitas que actúan de manera disuasoria. Cuando hay incertidumbre uno desensilla hasta que aclare y hay esa actitud en el sector privado. Hoy hay observaciones por la multiplicación de las incógnitas.
—¿Usted crítica la política económica del gobierno nacional, pero qué hizo cuando ocupó la cartera de Economía durante la presidencia de Fernando de la Rúa?
—La situación en ese momento era compleja, difícil e incierta, pero creía entonces y sigo creyendo hoy que por medio de una gestión apropiada, que requería un firme ajuste coyuntural, era posible reencauzar la marcha del proceso económico hacia una dirección más esperanzadora y promisoria. Estuve dos semanas y debí dejar el cargo junto a un equipo integrado por profesionales de elevadísimas calificaciones técnicas y morales que me había acompañado, por la resistencia en la coalición de gobierno y parlamentaria que nuestro programa suscitaba, y tornó inconveniente mi permanencia en el cargo, y presentè mi renuncia, porque el gobierno decidió otro rumbo y si el presidente decide rumbear para otro lado uno tiene dignidad e hidalguía y terminé dando un paso al costado. La economía no tenía en aquel momento excesivos problemas estructurales que requirieran reformas profundas, con la excepción del mercado laboral. Se tenía dificultades coyunturales a las cuales era necesario superar para empalmarlas con un proceso de crecimiento que inexorablemente sobrevendría, como efectivamente sucedió, pero después de una crisis devastadora. Nuestro programa apuntaba a evitar el corralito, el default, la devaluación y la pesificación asimétrica, todas medidas que sumergieron al país en la pobreza y en la desolación más aguda de lás últimas décadas.
—¿Cuál es para usted la diferencia entre la inflación y la inseguridad?
—Allí existe una amplia conexión. La inflación hace que la crisis social sea cada día más grande y la inseguridad cada vez mayor, porque está ligada a un grave problema que se debe abordar con seriedad y que es el narcotráfico. Para esos se requiere políticas muy trascendentes para frenar su avance y luego la erradicación de este flagelo. Antes la droga se la rebajaba, se la mezclaba, se ensobraba y se vendía y ahora ésta la cocina. Los indicadores oficiales de la secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico (Ssedronar) señalan un aumento espectacular en el consumo de la droga.
—¿Usted estima que el llamado de que hizo la Iglesia Católica no fue bien escuchado?
—No fue bien escuchado por la sociedad y por las autoridades. La Iglesia expresó su preocupación por el flagelo de las drogas y advirtió que si no se toman medidas urgentes, costará mucho tiempo y mucha sangre erradicar estas mafias que siguen avanzando y que debemos parar esta perversa y devastadora fuerza de la droga y no mirar para otro costado.

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