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lunes, 20 de diciembre de 2010

La vivienda no tiene que ser un sueño

Para los sectores mas vulnerables de nuestra sociedad, el acceso a la vivienda propia en las circunstancias económicas actuales es poco menos que imposible. El crédito hipotecario literalmente no existe para quienes ganan sueldos promedio. Esto no sucede por casualidad, sino como consecuencia de la política económica que los sucesivos gobiernos han venido aplicando a lo largo de muchas décadas. Hay que cambiar esa política para que el ciudadano común, el hombre y la mujer que trabajan decentemente todos los días para ganar su sustento puedan tener, por sí mismos, y no por medio de una dádiva gubernamental, el acceso a la vivienda.

Hay en nuestro país un déficit de alrededor de un millón de viviendas. El Plan Federal, instrumentado por el kirchnerismo, fracasó estrepitosamente. Del propósito inicial, que pretendía construir 500 mil unidades sólo se ejecutaron 200 mil, pero incluyendo en ellas un elevado porcentaje de refacciones a viviendas preexistentes. Por lo demás, en muchos de esos emprendimientos, se construyeron viviendas de mala calidad y no se previeron las obras de infraestructura, de modo que los barrios carecen de agua, cloacas y gas. En el barrio Piletones, en la zona del Parque Zoofitogeográfico de la Capital Federal, la organización Madres de Plaza de Mayo construyó casas que la gente no quiere habitar porque no tiene solidez estructural, no tienen infraestructura o no se terminaron.

La falta de vivienda es un capítulo más de la decadencia económica de nuestro país y no se puede resolver sin encuadrar el problema en su contexto general. Debemos reformular globalmente el sistema económico, hacer que la inversión productiva vuelva a ser rentable, que valga la pena asumir riesgos empresariales y que el Estado garantice los derechos constitucionales para que surja el crédito hipotecario a largo plazo, de modo que, en un marco de crecimiento y desarrollo económico generalizados, el empleado, el obrero, el trabajador puedan contar con los ingresos necesarios como para afrontar el pago de una cuota que les permita adquirir la vivienda propia.

Esto no se logra por medio de la acción directa del Estado. Es necesario crear las condiciones para que los bancos encuentren rentable el préstamo hipotecario. La financiación de viviendas puede ser un gran negocio para el sistema financiero, pero para que eso sea posible es necesario que la política económica ofrezca garantías razonables a largo plazo, que exista seguridad jurídica y estabilidad monetaria. En ese contexto, con perspectivas de progreso general, el crédito hipotecario aparecerá espontáneamente porque las instituciones financieras lo visualizarán como un negocio rentable.

El acceso a la vivienda es un logro que tiene un profundo significado en la vida de cualquier individuo porque simboliza la posesión de un espacio físico que le es propio, en el cual puede centralizar las actividades de mayor contenido emocional para cualquier persona: formar una familia, educar a sus hijos, compartir la intimidad y expresar sus afectos y sus vivencias más intensas. Todas estas actividades tienen un valor que excede largamente las consideraciones monetarias, pero lo cierto es que una vivienda se adquiere únicamente con dinero. Por eso, es necesario idear desde la economía los métodos para establecer los criterios que permitan el acceso a la vivienda propia.

Y, en concordancia con todo ello, es bueno tener en cuenta que, para el Estado, es más cara la gente que vive mal que la que vive bien. Las enfermedades, la desnutrición, la marginalidad terminan siempre por tener un costo para el Estado. Esa es una razón adicional para implementar políticas que propendan al bienestar popular en general y que contemplen el problema de la vivienda en particular.

La demagogia gubernamental que nos agobia desde hace décadas impide que esto se plasme en hechos concretos y tangibles. Pero siempre estamos a tiempo de rectificar el rumbo. Si aprovechamos las oportunidades que se nos presentan, será en beneficio de todos, en particular, de aquellos para quienes el acceso a la vivienda es una ilusión tan difícil de realizar.


Ricardo López Murphy. Pre candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Marcelo Meis. Ex legislador porteño.

Publicado Por Perfil / Domingo 19/12

1 comentario:

rab dijo...

Atinado como siempre su comentario pero falta algo esencial: para que todo esto tenga sentido debe reconocerse la propiedad privada como un derecho inalienable. Se diría redundante ya que lo garantiza nuestra Constitución. La realidad es otra, tanto retóricamente como en los hechos, admitimos tantos condicionamientos que más que proprietarios, tenemos tenedores precarios. ¿Para qué esforzarse si toda necesidad constituye un derecho?
Nada de esto es nuevo y las soluciones están bien documentadas. Como "hombre de libro", como alguna vez Ud mismo se definió, sin duda lo sabe muy bien.
La primera condición es que sus correligionarios adquieran un poco de la franqueza que lo caracteriza.