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lunes, 1 de noviembre de 2010

Oportunidades desaprovechadas

La economía argentina ha experimentado, desde mediados de 2002 a la fecha, un apreciable crecimiento. Múltiples indicadores lo demuestran. La cuestión que suscita un debate es la referida a las causas de ese fenómeno. El punto en discusión es si ese proceso de recuperación se debió a las políticas aplicadas por el Gobierno o si radica en circunstancias coyunturales, principalmente externas, que favorecieron el desenvolvimiento de la economía. Planteado en términos más directos, la discusión es si nos fue bien porque trabajamos bien o si simplemente tuvimos suerte...

Quienes reivindican la acción del Gobierno creen que la pesificación asimétrica, la devaluación, el default, las regulaciones y las medidas proteccionistas fueron el motor de la recuperación económica. En la vereda de enfrente, estamos quienes sostenemos que lo que cambió las perspectivas económicas fueron unas circunstancias externas extraordinariamente favorables, las cuales impulsaron la recuperación del nivel de actividad y dieron lugar a un elevado ritmo de crecimiento económico.

¿Cuáles fueron esas condiciones tan favorables para la Argentina en estos últimos ocho años?

La gran capacidad ociosa tanto de maquinarias e infraestructura, como de recursos humanos capacitados encontró, a partir del segundo trimestre de 2002, circunstancias favorables de impulso de la demanda externa. Era previsible que, al superar el cuello de botella provocado por la escasez de divisas, el resultado sería notable.

El segundo efecto beneficioso sobre nuestra economía fue la presencia de tasas de interés internacionales muy bajas. Esta situación afectó favorablemente tanto a las cuentas públicas como al financiamiento del sector privado. Había dinero disponible y la Argentina era, por la capacidad ociosa con la que estaba equipada, una plaza atractiva para colocar coyunturalmente esos capitales. La Argentina contaba con activos valiosos (aquellos que habían sido generados durante los años 90), un factor decisivo para expandir el valor de la demanda agregada.

El tercer factor en cuestión es el alza en los precios internacionales de los bienes que produce y exporta nuestra nación. Este aumento alcanzó la cifra del 150 y 200% en términos nominales. Esta extraordinaria suba de los precios de la soja, del trigo, del cobre, el oro, el petróleo, entre otros, generó un sostenido empuje en el rendimiento de la economía. Esto se vio a su vez potenciado porque los insumos de nuestras importaciones no subieron en la misma magnitud que los precios de las exportaciones. Esto significa que vendíamos muchísimo más caro, pero los costos de producción se mantenían en los mismos niveles de cuando los precios de nuestras exportaciones eran muy inferiores. Esta combinación generó un enorme margen de ganancias.

El cuarto impacto favorable para nuestra economía está relacionado con el desarrollo de nuestros vecinos, en particular, el de Brasil. La devaluación realizada por el gobierno del ex presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, fue decisiva en la crisis que padeció la Argentina a fines de 2001. A partir del segundo semestre de 2002, y más aún hacia el final de la década, Brasil ha venido produciendo una enorme revaluación del real. Brasil tiene ahora un tipo de cambio tres veces mayor al de los años 2001-2002. El hecho de que el PBI de Brasil pase de 400.000 millones de dólares a dos billones de dólares trae aparejado una intensa demanda de nuestra producción. Aunque en menor magnitud, un fenómeno similar son las fuertes revaluaciones de Uruguay, Chile, Perú y de otros países vecinos.

Seguir leyendo en La Nación.com | Publicado Domingo 31/10/10

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy claro y atinado el anàlisis del Dr, Lopez Murphy. Como suele decirse, el crecimiento no se debió a los Kirchner, sino a pesar de ellos. Por otro lado no podría ser de otro modo, ya que el kirchnerismo ha incrementado el riesgo juridico, desalentando las inversiones, motores principales del desasrrollo económico y social.