El economista y ex candidato presidencial analizó uno de los que a su entender son los males que aquejan al país: carencia cultural de ideas vinculadas con la prosperidad y el progreso. "Aquí no se respetan contratos, la opinión distinta. Se usan la calle y el matonaje".
CT- Días pasados usted volvió a plantear que el kirchnerismo no es, en tanto formas y estilo de ejercer el poder, el problema esencial de la Argentina.
RLM- Dije que sólo es un síntoma, algo que por otra parte es un punto de vista que no es nuevo en mí, porque el problema está...
-...en la sociedad, está claro. Sin embargo sucede que el estándar dominante en el discurso político, al menos en estos años, a la hora de reflexionar sobre la realidad es muy renuente a poner a la sociedad, sus ideas, sus conductas, como un plano a considerar en relación con los problemas del país. Hoy, por caso, la oposición cree que el problema es Kirchner y nada más que Kirchner y que la sociedad es Caperucita Roja atacada por el lobo Kirchner.
-Espere, yo soy opositor y no participo de ese discurso. Yo no tengo una mirada lineal, unicausal, sobre lo que nos pasa. Decir que toda la culpa es del matrimonio Kirchner es una manera muy elemental, muy pobre de leer el presente.
-¿Por qué parte de la oposición busca en otra parte de la política -el oficialismo- la única razón de los problemas?
-Sin duda, como estructura de decisión el gobierno no se luce. Tiene responsabilidades con las que no cumple. Es irresponsable. Pero la razón del sesgo que usted señala hay que buscarla en cierta pereza mental a la hora de reflexionar sobre nosotros mismos. Es más fácil criticar al gobierno que decirle a la sociedad que ella también forma parte del problema... es ampliar el espectro de las responsabilidades.
-¿No paga ser sincero?
-En Argentina no paga o paga poco.
-Admitamos, a los fines de la reflexión, que la sociedad quizá sea algo más que una metáfora visual, un cuerpo orgánico al cual se le puedan acreditar conductas colectivas parejas en todos sus estamentos. ¿Cuál es el núcleo duro de las ideas de esta sociedad que alimentan la decadencia de Argentina?
-Por lo pronto hay una evidencia: Argentina no tiene incorporado un concepto cultural que hace a la idea de prosperidad, al progreso, al desarrollo de las libertades civiles, de la tolerancia, la innovación, la competencia. Este concepto, estos paradigmas, no se dan en todos los países de la Tierra. Sólo los disfruta un grupo de naciones entre las que no está la nuestra. Acá la sociedad se mueve en la contracara de esa cultura: vivimos soslayando las reglas institucionales, económicas y también de las conductas. Como resultado, somos un espacio, una sociedad donde prevalece la cultura de rapiña propia de los pueblos nómades, no de las sociedades sedentarias. Acá, en la cotidianidad, vemos cómo no se respetan los contratos, la propiedad, la opinión diversa. Somos un país donde en lugar de respetarse los órganos deliberativos para dirimir diferencias, para aunar criterios, etcétera, se usan la calle, la prepotencia, el matonaje, para hacer valer derechos. Aquí, en la cotidianidad, manda la cacofonía del odio para con el otro, para con lo diferente. Y lo muy grave es que estos estilos, esa cacofonía, ha tenido y tiene votos, gana elecciones.
-¿Desde qué argumentos?
-Argumentos que cuando uno los revisa con rigor no resisten el menor análisis. Vale como ejemplo: asistimos a toda una discusión sobre los recursos naturales, que son de las provincias, que los concesionan. Sin embargo hay gente que cree que si se confiscaran esos recursos naturales, de la noche a la mañana nos volveríamos ricos... ¡esto es insólito! Pero eso no daría ninguna solución... sin embargo hay gente que vota a candidatos como Pino Solanas, que promueven esas fantasías, que prometen esos "milagros", esos dislates.
-Sin embargo a Solanas lo votó Capital Federal, que lo votó mucho a usted en las presidenciales del 2003, cuando sacó 3 millones de votos...
-¡Una época!
-Pero ¿qué pasó con ese electorado? ¿Cómo mudó tanto?
-Desgraciadamente yo veo un retroceso muy grande en la sociedad argentina, que era consecuente con determinadas ideas, discursos... retroceso cultural de percepción de lo que debe ser la política, el ejercicio del poder. Retroceso que lleva a ignorar hoy, en tiempos del matrimonio Kirchner, los fondos fugados, las licitaciones truchas, los 20.000 millones de los chinos, la aventura del tren bala, la bolsa con dinero en un baño de una ministra, las facturas truchas de Skanska, la valija de Antonini Wilson... ¡y lo grave es que en el 2007 volvieron a votar al matrimonio! Ése es el tema. Por eso, ante esa sociedad, los Kirchner son el síntoma. Y, aunque no sea "políticamente correcto", hay que decirlo.
-Pero ahora no los votó.
-Pero esto no frena de la degradación. Nada dice que mañana no se vote otro proyecto de esta naturaleza.
-¿Y la oposición?
-Y, se comienzan a matar, como se están matando ahora entre Margarita Stolbizer y Lilita Carrió, bueno... se darán las condiciones para que la oposición o parte de ella sea funcional al kirchnerismo. Nada será posible en Argentina si la sociedad no recupera niveles de autoestima que la lleven a la conclusión de que puede vivir con mejor calidad de vida, no sólo material sino en relación con su propia patria. Un poco de amor propio, ¿no? Esto es posible, no estoy hablando de algo a lo que no podamos acceder. Nuestra historia reconoce momentos excelentes, momentos en que Argentina, desde la política y su relación con el conjunto, estuvo muy bien.
-¿Con Alvear en la presidencia?
-Exactamente...
-Alvear, "presidente negado"...
-¿Negado?
-Claro... Félix Luna sostiene que Alvear, cuya presidencia en su consideración fue una expresión de calidad de gestión, es sin embargo el mandatario que los radicales no quieren recordar o, en todo caso, que jamás recuerdan.
-Lo que pasa es que fue un gobierno que no generaba los odios y las pasiones que tanto les gustan a los argentinos. Alvear presidió y fortaleció una Argentina donde la libertad, los derechos, el progreso material, social, fueron realidades concretas. ¡Una presidencia excepcional! No generó antagonismos que partieran a la sociedad en dos; gobernó sin furia, sin lastimar a quienes pensaban distinto. Gobierno respetado por propios y extraños, respetado en el mundo. Días atrás, el doctor Vanossi recordaba en la Universidad de El Salvador que en determinado momento de aquella presidencia Alvear le pregunta al ministro de Economía Herreras Vegas o al ministro Molina, no recuerdo a cuál de ellos: "Si hubiera necesidad de créditos, ¿cuál sería el respaldo internacional?". Entonces le cablegrafían a la Banca Morgan y la respuesta es: "Ilimitado"... en fin.
Entrevista publicada en el diario Río Negro
1 comentario:
No podría estar más de acuerdo. Que cada uno de nosotros, antes de opinar "cómo cambiar el país", mire dentro de si mismo. Quizás aprenderíamos algo.
Se distingue un estadista de un político por estar preparado a decir o hacer lo necesario para el ínterés de la nación, aún cuando pueda ser impopular. Ud. es un estadista Dr. Lopez Murphy, uno de los pocos que nos quedan. ¡Gracias!
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